"La experiencia demuestra que los hombres siempre organizan muy mal su trabajo , es decir que desde hace milenios transmiten, de padres a hijos de de madres a hijas, métodos y soluciones erróneas y viciadas.
No basta dar el nombre de rutina a esta coerción poderosa de la tradición y de la costumbre, para liberarse de ella; en realidad, se trata de una de las características esenciales de la especie humana, característica que se empieza a estudiar de manera científica con el nombre de actitudes y mentalidades. El problema de las mentalidades se suma, para retardar el progreso, a otra ley fundamental del pensamiento humano: éste casi nunca encuentra de primer intento la solución más simple para un problema cualquiera, sino que, por el contrario, necesita atravesar por una gran cantidad de soluciones más complicadas y menos eficaces antes de llegar a la mejor. (Esto es tan cierto, que la solución mejor se nos escapa continuamente, mientras más nos acercamos a ella, de tal modo que nuestros nietos verán nuestros errores con la misma claridad que nosotros vemos los de nuestros bisabuelos, en lo que se refiere, por ejemplo, a la manera de preparar la lavandina, de llevar nuestras ideas al papel o de pelar una naranja...)"
¿Por qué trabajamos?
Jean Fourastié
1959
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